Homilía de Pascua Año B 2021
Acts 4:32-35; 1 John 5:1-6; John 20:19-31
Introducción
Uno de los regalos que el Papa San Juan Pablo II (segundo) dejó para la
Iglesia fue la devoción a la Divina Misericordia y nombrar este segundo domingo
de Pascua, Domingo de la Divina Misericordia. Pero el mensaje de la Divina
Misericordia no está reservado solo para quienes rezan la coronilla de la Divina
Misericordia, como tampoco el Espíritu Santo está reservado para la Renovación
Carismática o la Santísima Madre reservada para la Legión de María.
Si bien la misericordia es tratar a alguien mejor de lo que se merece,
sabemos que Dios siempre trata a todos nosotros, mejor de lo que merecemos. Por
tanto, reflexionemos sobre dos formas en que Dios nos da su Divina
Misericordia, al crearnos y al perdonarnos.
Escritura y teología
Para comprender el primer tipo de misericordia divina en la creación,
piensen en un joven de la escuela secundaria. Llamémosle Jorge. El no es nada extraordinario, no es
particularmente atlético, tampoco es muy bueno en la clase y no tiene las cosas
que las jóvenes buscarían en un posible novio. Entonces, esta chica, llamémosla
Carmen, comienza a mostrarle algo de atención a Jorge. No solo es realmente
hermosa, también es la animadora principal y la mejor estudiante de su clase,
por no mencionar todo el buen trabajo que hace en la Iglesia. Carmen es el tipo
de hija que todo padre quiere tener. De todos modos, ella le pide a nuestro
joven ordinario para que se vaya al baile de graduación. Ahora probablemente ustedes
estén pensando "de ninguna manera esto nunca podría suceder en la vida
real".
Pero esto ha sucedido y continúa sucediendo hoy; esto es exactamente lo
que hizo Dios. El no necesitaba seres humanos, pero aun así nos creó. Quería
compartir su vida con nosotros. Esta es la misericordia divina, esto es Dios
dando a los seres humanos más de lo que merecemos, dándonos vida, su vida.
Probablemente no pensamos en Dios creándonos como una forma de misericordia
divina. Pero si nos damos cuenta de que no teníamos que existir, entonces
debemos ver que nuestra propia existencia es un acto de misericordia.
Este primer tipo de misericordia divina no tiene nada que ver con el
pecado y la maldad. Volviendo a nuestro joven de secundaria, Jorge no había
hecho nada malo. Su problema era que estaba fuera de la liga de Carmen, solo
por quién era. Pero en lugar de elegir a otros, tal vez opciones mejores y más
obvias, ella lo eligió a él. Ella lo trató mejor de lo que él jamás hubiera
imaginado merecer.
De la misma manera, Dios nos muestra misericordia al elegir a los seres
humanos para que sean sus amigos. Los seres humanos tampoco están en la liga de
Dios; los ángeles se acercan a él, pero ciertamente no los seres humanos. Pero
Dios nos crea y nos invita a tener una relación de amor y amistad con él. Eso
es la primera forma de la Divina Misericordia.
El segundo tipo de misericordia divina es a lo que estamos más
acostumbrados, cuando Dios perdonó a los hombres por haber pecado contra él.
Sí, a veces los castigaba, pero con mucha más indulgencia de lo que merecían.
El castigo por pecar contra Dios, que es todo bueno, es el infierno, la
separación eterna de Dios. Pero ese no es el castigo que Dios impuso a Adán y
Eva, a Caín, a los hijos de Israel y las generaciones posteriores. En su
misericordia, no solo los perdonó, sino que también les envió profetas,
sacerdotes y reyes para ayudarlos a volver al camino correcto. Además, envió a
su Hijo para que fuera el instrumento final y duradero del perdón y la
misericordia.
Para comprender la profundidad de esta misericordia, volvamos a
nuestros amigos Jorge y Carmen. Imaginemos que ellos van al baile de graduación.
Y luego, por algún milagro, se enamoran y se casan. Ahora todos estaríamos de
acuerdo en que este joven Jorge es afortunado y ha ganado el premio mayor.
Pero, después de que han estado casados por un par de años, él comienza a
darla por sentada. Olvida la misericordia que ella le concedió al elegirlo. Y
luego este tonto hace algo realmente estúpido; engaña a su esposa.
Afortunadamente para él, después de un examen de conciencia, una
reflexión angustiosa y orante, Carmen lo perdona. Ella lo trata mejor de lo que
se merece, mucho mejor de lo que se merece. Recuerdan que ella es realmente una
buena mujer. Si salir con él en primer lugar fue un acto de misericordia porque
estaba fuera de su liga, ahora perdonarlo por su infidelidad y aceptarlo es un
acto de misericordia porque ha recibido un castigo menor del que se merece.
Y así, el segundo tipo de Divina Misericordia ya no es porque los seres
humanos sean de una naturaleza inferior a Dios, sino ahora también porque los
seres humanos son pecadores. Este es el tipo de misericordia que nos permite
volver a recibir las gracias de Dios. Ésta es la misericordia que nos produce
la resurrección de Jesús. Este es el tipo de misericordia que buscamos cuando
vamos al Sacramento de la Confesión, la fuente de la misericordia divina. Este
es el tipo de misericordia que proclamamos durante la misa cuando decimos:
"Señor, ten piedad, Cristo, ten piedad, Señor, ten piedad".
Vida cristiana
Acabamos de escuchar en el pasaje del evangelio, Jesús se apareciendo a
sus discípulos en el mismo lugar donde había tenido la Última Cena con ellos.
Imagínese que usted es uno de los discípulos y su Maestro, a quien había
abandonado para morir solo en la Cruz, vuelve. ¿Cómo le sentiría? ¿Avergonzado?
¿Culpable? Imagínese que usted es el Maestro que ha sido dado por muerto,
¿cuáles serían sus primeras palabras al encontrar a estos discípulos?
¿Posiblemente algunas palabras malas?
Pero Jesús en ambas ocasiones saluda a sus amigos diciendo: “¡Shalom!
“La paz esté con ustedes.” Con esas palabras Jesús derrama su misericordia
sobre sus discípulos, perdonando que lo hayan abandonado y dejado lo pasado.
Esta es la Divina Misericordia. Pero les da más que perdón. Porque oímos que
tenían miedo de los judíos. Su saludo también les quita el miedo y eso también
es la Divina Misericordia.
Pero, así como han recibido esta misericordia, también deben
compartirla con los demás. Por eso les da el poder de perdonar los pecados,
diciendo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados,
les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin
perdonar." De esta manera Jesús instituye el Sacramento de la
Confesión, a través del cual, hasta hoy, recibimos la Divina Misericordia.
Porque cuando vamos al confesar nuestros pecados, el sacerdote nos dice estas
palabras de consuelo:
Dios, Padre
misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección
de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te
conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la Paz.
¿Se enteró que? No es el Padre Deo o el Padre Mike perdonando sus
pecados, sino Dios el Padre misericordioso, a través de la obra de su Hijo
Jesucristo y el Espíritu Santo. Por eso el sacerdote concluye diciendo: “Y yo te
absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.”
No solo le absuelve, sino que le dice en nombre de quién le da la Divina
Misericordia.
En el evangelio, escuchamos sobre el absentismo de Tomás la primera vez
que Jesús se apareció a sus discípulos. Y así, Tomás se perdió de ver a Jesús y
no pudo creer que Jesús realmente se les había aparecido. Una semana después,
como hoy, está presente y ve al Señor que incluso le deja tocar sus manos y su
costado. Y luego Tomás cree y exclama: "¡Señor mío y Dios mío!"
Podemos aprender de la experiencia de Thomas que la Divina Misericordia se
encuentra usualmente cuando estamos en la comunidad, no cuando estamos solos.
Conclusión
Amigos, Dios no ha dejado de derramar su misericordia sobre nosotros,
ya sea la misericordia de crearnos y sostenernos seres humildes como Carmen
amaba a Jorge, o si es la misericordia de Jesús perdonándonos en la confesión
como perdonó a los discípulos que lo había abandonado. La fuente de la Divina
Misericordia aún fluye.
Siguiendo los pasos de su predecesor, el Papa Juan Pablo II (segundo)
el Papa actual Francisco también nos recuerda que debemos compartir la
misericordia que recibimos de Dios. Por eso la tradición católica nos pide a su
vez que realicemos diversas obras de misericordia.
Hacemos esto en las siete Obras de Misericordia Corporales que atienden
las necesidades corporales de los demás, como lo hizo la comunidad cristiana
primitiva en la primera lectura de hoy.
1.
Dar
de comer al hambriento
2.
Dar
de beber al sediento
3.
Dar
posada al necesitado
4.
Vestir
al desnudo
5.
Visitar
al enfermo
6.
Socorrer
a los presos
7.
Enterrar
a los muertos
También tenemos las obras espirituales de misericordia que atienden las
almas de los demás, como hicieron los discípulos con Tomás para llevarlo a la
fe en el Señor Resucitado.
1.
Enseñar
al que no sabe
2.
Dar
buen consejo al que lo necesita
3.
Corregir
al que está en error
4.
Perdonar
las injurias
5.
Consolar
al triste
6. Sufrir con paciencia los defectos de los demás
7.
Rogar
a Dios por vivos y difuntos
Demos
gracias al Señor, porque la misericordia del Señor es eterna. Sigamos
compartiendo la misericordia de Dios con los demás, porque su misericordia no tenga
fin.
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